Por: Gabriela Cámara Cáceres
Se estima que la industria pierde más, por no atender los trastornos mentales que por otras enfermedades. Varios estudios realizados en el mundo nos demuestran la relación de trastornos mentales no tratados con el ausentismo laboral, la baja productividad, el aumento de accidentes, los conflictos laborales y la mala relación con los compañeros de trabajo y con los jefes.
Estudios en Gran Bretaña, EUA y Canadá nos muestran que los costos de las enfermedades mentales son del 2% al 4% del Producto Nacional Bruto y los costos indirectos representan aun mayor cantidad como lo es el 45% imputable a la productividad perdida [1].
ENFERMEDAD MILLONES DE LIBRAS ESTERLINAS
Psicosis 1,200
Neurosis 890
Los Doctores Eunice M. Ruiz, Silvia Carreño, Nora Martínez y Francisco Juárez, realizaron un estudio a 145 trabajadores: “Síntomas somáticos y salud mental en trabajadores de la ciudad de México”, encontraron que los factores en el trabajo y el individuo interactúan y propician problemas de salud física y mental, los que favorecen a una baja productividad laboral, y el resultado afecta de manera directa o indirecta al 54% del ausentismo laboral y de entre el 60 y 80% de los accidentes. Si se toma en consideración que la incidencia de trastornos mentales es de más del 16% de la población (ENEP Medina Mora), se advierte el grave problema que representa para la industria. De 145 trabajadores encuestados, el 64.8 % reportó tener síntomas somáticos, de los cuales el 52.2% obtuvo desde una a más de cinco faltas; mientras que el 55.4% ha tenido retardos; además se reportan un alto índice de accidentes y cuasi accidentes, un menor desempeño, distracción, problemas con el jefe y compañeros, entre otros. Se encontró que el 17% de los trabajadores tenían algún tipo de trastorno de salud mental que se relacionaba con los síntomas somáticos.
La Encuesta Nacional Epidemiológica Psiquiátrica nos indica que en México la depresión ocurre a más del 8% de la población. El 2% de la población infantil ha padecido depresión, con un promedio de siete episodios a la largo de la vida y que la persistencia es de 31 meses; en la población adulta se muestra un promedio de tres episodios con una duración de 16 meses.
Se atribuye a esta enfermedad el 10% de la carga global de enfermedades y este porcentaje tiende a subir drásticamente.
Se estimó que el 8.4% de la población en México, ha sufrido depresión mayor alguna vez en su vida, y se presenta a una edad promedio de 24 años, esto afecta en la calidad de vida, años de sufrimiento, disrupciones en varios aspectos de la vida como son decisiones importantes en el trabajo, en la pareja, y respecto a la educación. Kandel y Daviest sugieren que las personas que padecen depresión en la infancia y en la adolescencia quedan vulnerables y manifiestan: una vida social pobre, baja autoestima, menor número en las redes de apoyo, baja productividad, menos ingreso económicos y mayor estrés.
En México el 2% de la población ha tenido depresión antes de los 18 años de edad, sin obtener tratamiento adecuado.
La depresión se presenta con otras enfermedades lo que se llama comorbilidad: agorafobia, ansiedad, pánico, manía, ansiedad de separación, fobias específicas, trastorno disocial, déficit de atención, dependencia al alcohol y otras drogas. (“La depresión con inicio temprano: prevalencia, curso natural y latencia para buscar tratamiento” Benjet C, Borges G, Medina Mora 2004).
El consumo de nicotina también ha sido objeto de estudio en la industria y se aplicó a 279 trabajadores en una textilera. Se encontró que la edad promedio para empezar a fumar es de 16.43 años; los primeros síntomas negativos aparecen alrededor de los 26 años, a los 36 años ya presentan síntomas serios de enfermedad, aumentando los costos de gastos médicos y probabilidad de enfermedades comórbidas y muerte prematura; todo ello sin contemplar el tiempo perdido para salir a fumar. El 74.6% ha fumado en su vida y el 49.8% son fumadores activos. El consumo de tabaco se relaciona con la salud mental por sus efectos ansiolíticos y antidepresivos [2].
La depresión en hombres se manifiesta de forma distinta que en las mujeres, debido a roles aprendidos. Los hombres manifestaron depresión por pérdida de la pareja, por lo general debida a la propia agresividad verbal o física, por infidelidad, sin comprender la co-responsabilidad, cuando la pareja reaccionaba y los dejaba, se sentían lastimados y ofendidos, no entendían que su comportamiento era razón suficiente para ser abandonados.
Los que reportaron depresión por pérdida de trabajo, sentían un problema en su rol masculino de proveedor así como pobre identidad sexual.
Los que señalaron la depresión por pérdida de salud o lesión, mostraron más malestar en: dolores físicos, sexualidad y rol masculino.
En todos los grupos se reportaron dolores musculares, de cabeza, irritabilidad, enojo, ira, deseos de venganza, desgano, problemas para dormir y una falta en el aseo personal [3].
En México, entre 9 y 13% de la población mexicana adulta sufre depresión.
En relación con el ambiente laboral, se descubrió que el estrés laboral crónico aumenta la depresión y la ansiedad en los trabajadores.
Otro estudio que se aplicó en 419 trabajadores, mostró que 12% tenía depresión, de éstos el 14.4 % fueron mujeres en comparación con 8.6% de hombres [4].
La adicción al alcohol está ampliamente relacionada con otros trastornos mentales. El hombre, a diferencia de la mujer, tiende más al enojo, ira, sentimientos de venganza y al consumo de alcohol.
Los Doctores Eunice Ruiz, Carreño, Martínez Vélez y Medina Mora, encontraron la relación del consumo de alcohol en 196 trabajadores, el 55.5% se encuentra en un nivel de consumo de bajo riesgo, 34.1% bebe alcohol en un nivel en riesgo, y 10.4% lo consume en un nivel peligroso, esto es, 44.5% presenta un consumo problemático, que lleva a problemas laborales y sociales.
En México, recibir un diagnóstico correcto de depresión, puede llevarse hasta catorce años se lleva hasta 14 años (Medina Mora, M E 2011). Con respecto a la falta de sensibilización de la población, México ocupa el segundo lugar en estigma ante salud mental, sólo nos gana Ucrania.
Conclusiones
Informar a la población sobre la depresión, que se comprenda como una enfermedad real, difundir que el cerebro también se enferma, combatir la culpa que sienten los que padecen la enfermedad o de los familiares, urgir que se acerquen a tratamientos integrales especializados.
Lograr ambientes laborales positivos, promover la satisfacción laboral, el apoyo a los trabajadores, urgir la obtención de la ayuda y tratamiento necesario. El resultado será un aumento en la productividad y la calidad de vida del trabajador y su círculo familiar y social.
Promover el apoyo en escuelas y universidades a la población joven.
Propiciar que los seguros de gastos médicos incluyan a los trastornos mentales, la experiencia en USA de Phillipe Burgueres usuario por depresión, quien ha luchado por la inclusión de la enfermedad. Al ser dueño de un equipo de futbol americano en Texas, logró que una aseguradora incluyera los trastornos mentales, mediante el cobro de un 2% más en la prima, la aseguradora propuso que se ajustara al año. Los resultados fueron concluyentes: al conseguir de manera oportuna la salud mental, dejaron de aparecer otras enfermedades, y el 2% inicial se redujo a cero.[5
Voz Pro Salud Ciudad de México
Tels. (55) 19 97 50 40 y (55) 19 97 50 41
[1] Estudio de Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña.
[2] Rodriguez Machain, MartinesVelez, Juarez García, Medina Mora. “Relación entre el consumo de tabaco, salud mental y malestares fisicos en hombres trabajadores de una industria textil”. 2008
[3] Clara Fleiz Bautista, Ma Emily Ito Sugiyama, María Elena Medina Mora, “Los malestares masculinos: Narración de un grupo de varones adultos en la Ciudad de México”. 2008
[4] Mudagal, Luis Gumares Borges, Juan Carlos Díaz Montiel, Ivonne Flores y Jorge Salmerón. “Depresión entre trabajadores de la salud, el rol, estrés en el trabajo y enfermedades crónicas”. 2006
[5] Deression Out of the Shadow. 2008 www.tpt.org/depression outreach
La salud mental es un factor clave para mantener la productividad laboral y una buena calidad de vida. En entornos industriales, donde el ritmo de trabajo puede ser intenso, es esencial garantizar condiciones que reduzcan el estrés y promuevan el bienestar. Por ejemplo, el mantenimiento adecuado de equipos como motores eléctricos puede prevenir problemas técnicos que generan presión adicional en los trabajadores. Recomiendo explorar recursos especializados para optimizar el rendimiento de la maquinaria y crear un entorno más equilibrado y eficiente.